A “petición popular”, hagamos un breve análisis de la abstención y los votos en blanco.

Los datos en 2007 fueron los siguientes:
De 24.208 potenciales electores, votaron 17.426, lo que supuso un 73,11% de participación, muy superior a la media nacional, y un punto superior a la participación en 2003, ya que votaron más de 1.000 personas más. La movilización de esos 1.000 votos en las urnas puede deberse a varios motivos, desde los puramente demográficos hasta que una parte del electorado descontento y tradicionalmente abstencionista haya cambiado su tendencia en esta ocasión. Es de suponer que parte del nuevo voto de PSN esté allí, y más viendo cómo los votantes de UPN se mantienen en las mismas cifras que hace cuatro años.

Cualquier analista político sostiene como verdad inmutable que la abstención favorece a la derecha, puesto que los sus votantes suelen ser fieles. El espectro social de los votantes de UPN es amplio, pero me atrevería a asegurar que en un 70% está totalmente aferrado a sus convicciones, y directamente movilizado por los militantes y simpatizantes del partido navarrista: su presencia populachera en algunas asociaciones muy tradicionales de Tudela, su campaña dirigida a focos naturales de electores como pensionistas, religiosos (círculo de indudable presencia social en Tudela, aunque a veces lo olvidemos, ya que entre asociaciones religiosas ligadas al voluntariado, colegios, conventos, sorprendería contar los votantes que tienen una relación directa o indirecta con el ámbito religioso), deja muy claro el entramado social de la parte mayoritaria de su electorado, fiel como pocos a las urnas, y seguramente, madrugadores votantes en la mañana de domingo.

Desde luego, llegar a niveles de participación superiores al 85% debería ser uno de los objetivos de la izquierda tudelana, y realmente en sus mensajes electorales se ha visto poco énfasis en ello. El 30% de la población tudelana no vota. Seguramente muchos por apatía y desconocimiento. Muchos de ellos serán jóvenes, a los que es necesario llegar a comprometer más con su ciudad. Es una necesidad cuyo ámbito trasciende lo municipal y se extiende a la sociedad española en su conjunto, adormecida en las mieles de la bondad económica.

En 2007 256 personas votaron en blanco y 272 emitieron votos nulos. En 2003, fueron 531 votos en blanco y 293 nulos. El descenso de votos en blanco es manifiesto, y se da incluso la paradoja de que hay más votos nulos que votos en blanco. En cualquier caso, la cifra es muy poco significativa, situándose entre el número de votos obtenidos por el Partido Carlista (90) y CDN (503).

En resumen, si el electorado tudelano que ejerce su derecho a voto parece tener claras sus preferencias, el que no las tiene no opta por el voto en blanco, sino por la abstención. Siempre he creído que es preferible votar que no hacerlo, y hay incluso partidos políticos que promulgan el voto en blanco como fórmula honesta de confianza en el sistema político menos imperfecto, aunque los políticos que lo sostienen no nos merezcan su confianza, que lamentablemente ocurre, y en demasiadas ocasiones.